La Tierra está rodeada por un gigantesco campo eléctrico. Este campo contiene una energía suave que mantiene con vida a las personas, los animales y las plantas. Esto está relacionado con nuestras células.
Nuestras células, al igual que las de las plantas y los animales, pero también las de los organismos unicelulares o los virus, tienen una tensión celular determinada. Cuanto más nos acercamos al límite superior de esta tensión, más saludables somos a lo largo de nuestra vida.
La energía de nuestro campo es utilizada tanto por los seres humanos como por los animales. En los seres humanos, pero también en diversos animales, la tensión celular se recarga durante la noche, mientras dormimos, gracias a este campo eléctrico.
Sin embargo, también hay animales que se benefician permanentemente de este campo. La mayoría de ellos son insectos, y me gustaría mencionar aquí especialmente a uno de ellos: nuestra abeja.
La colonia de abejas utiliza la energía del campo eléctrico para fortalecerse, consumiendo menos energía propia. La tensión celular de las abejas es considerablemente mayor que la de los seres humanos u otros mamíferos. Esto permite a las abejas permanecer permanentemente en un campo eléctrico sin que sus células sufran daños.
Las abejas consumen mucha energía eléctrica, que obtienen al volar hacia las flores. En el aire, las abejas se cargan electrostáticamente. Esta carga estática permanece en la abeja hasta que vuelve a la colmena, donde transmite esta energía a las demás abejas.
Básicamente, todo en la colmena funciona de forma eléctrica, tanto el intercambio de información entre las abejas como la recarga de las celdas mediante el campo eléctrico.